Vivimos en una época en la que la atención parece centrarse más en lo impactante que en lo verdaderamente importante. Es triste reconocer que, para muchos, los derechos de cada ser vivo han pasado a un segundo plano. La defensa de estos derechos, que deberían ser el pilar fundamental de nuestra sociedad, es ahora de escaso interés para una gran parte de la población. En cambio, lo que capta su atención son videos virales de violencia, como el de un policía golpeando a un ser vivo. Este tipo de contenidos sensacionalistas generan un morbo que opaca la verdadera lucha por la justicia y los derechos.
Lo más alarmante es que a muchos solo les interesa hablar de lo que ya hicieron con nosotros en el pasado, repitiendo viejas historias de opresión y sufrimiento sin centrarse en lo que podemos hacer hoy para cambiar nuestro futuro. Se ha convertido en una costumbre recordar y discutir las heridas del pasado, pero pocos se preocupan por defender activamente los derechos que hoy están en riesgo. Mientras nos distraemos con estas imágenes y recuerdos, lo que realmente importa se diluye en la indiferencia.
El engaño en todo esto ya es bien sabido. Nos han enseñado a fijarnos en lo superficial y a ignorar lo esencial. Pero a estas alturas, cada uno de nosotros somos responsables de abrir los ojos y tomar conciencia. No podemos seguir permitiendo que las distracciones y las manipulaciones nos desvíen de lo que verdaderamente importa: la defensa de nuestros derechos y la construcción de un futuro más justo. Es nuestra responsabilidad cuestionar, investigar y actuar, en lugar de simplemente consumir lo que se nos presenta.